¡Buenísimas
tardes! ¿Cómo va todo? Por aquí bien, llevamos unos días súper soleados –aunque
hoy ha llovido un poquito- y el sol me pone de buen humor. Sé que llevo mucho
sin actualizar el blog –tengo temporadas- pero es que juro que no he podido. Encontré
un trabajillo, que acabé dejando porque no era lo que me pensaba y me quitaba
mucho tiempo. Después, lo único que me apeteció hacer fue ¡descansar!
Estos
días os voy a ir contando algunas cosillas guays que me han pasado en estas
semanas. De momento, quiero compartir con vosotros uno de mis más preciados
tesoros. Os pongo en situación antes: hace un tiempo, a principios de año, vi
que había un concurso de cartas de amor. Como sabéis, me apasiona escribir y
uno de los sueños de mi vida es publicar un libro -escritos ya los tengo-. Pues
bien, me decidí a escribir una carta. Quise darle una vuelta al tema. No sé
vosotros pero yo al pensar en el amor me viene a la cabeza una persona: mi pareja,
mi familia, mis amigas… Pero también hay otras cosas a las que puede quererse,
¿no? Así que, decidí escribirle a mi vida. Además, en el momento que la
escribí, no estaba pasando por un buen momento personal y tengo que decir que
me ayudó un montón. La he presentado a dos concursos y no ha sido ganadora en
ninguna pero yo estoy satisfecha con ella. A la gente de mi entorno que la
leyó, también le ha encantado y con eso ya me vale. Espero que la disfrutéis
mucho.
Querida Vida,
En realidad, no sé por qué he decidido
escribirte esta carta… Quizás sea porque he visto todas las cosas que me has
dado sin pedir nada a cambio, porque me he dado cuenta de que eres mucho más
que una amiga. Eres parte de mí.
Nos conocimos un 16 de Septiembre de 1993. Mi
vida, mi propia vida, cómo sonaba... No te voy a engañar, tengo que reconocer
que al principio tuve miedo de ti. Eras una completa desconocida a la que vi
nada más abrir los ojos por primera vez en mi recién estrenada existencia. Pero,
a pesar de ese escalofrío de inseguridad, seguí adelante porque tú me brindaste
tu mano cálida y, desde entonces, jamás nos hemos separado. Puede que a veces
te haya maldecido e, incluso, te haya dicho que te odio pero sabes que no lo digo de
verdad. Sabes que pienso en ti cada segundo, en qué me depararás y en por qué
eres así y no de otra manera. Sé que eres sabia y que todo lo haces por alguna
razón. Espero que no te hayas tomado mal todas esas palabras fuera de lugar que
he pronunciado en ciertas ocasiones, tengo momentos de debilidad en los que no
soy yo misma. Pero tú me apoyas, pase lo que pase. Lo siento mucho, de verdad.
Vida, quiero darte las gracias por todo. Me
has enseñado a amarte de una forma tan incondicional que no quiero dejarte ir
jamás. Gracias por decirme en un susurro cada mañana que me levante de la cama
en la que pernocto porque tenemos un largo día por delante. Y no sólo por eso,
también por todo lo demás.
No sé qué habría sido de mí si no te hubieses
empeñado en hacerme ver las cosas bonitas cuando yo solamente tenía ojos para las
lágrimas. Has puesto en mi camino a personas que me quieren y me has concedido
dones realmente maravillosos. Has confiado –y sigues haciéndolo- en mis
capacidades y tu suave y dulce voz me dice al oído que luche por las cosas que
merecen la pena. Consigues sacarme sonrisas con las situaciones más absurdas y
encantadoras del mundo. Le pides al cielo que diluvie para mí cuando estoy
leyendo un libro porque sabes que disfruto muchísimo con ello. Haces sonar mi
canción favorita cuando estoy escuchando la radio y me regalas atardeceres
dorados de ensueño cuando me empeño en ver las nubes grises.
Eres la más fiel compañera que una persona
puede tener. Quizás a veces las cosas no salen como tú quieres que salgan pero,
tranquila, yo sé mejor que nadie que errar es humano. Sé que haces todo lo que
está en tu mano, que te esfuerzas por dibujarme una sonrisa y por mostrarme los
caminos correctos. Me ayudas a levantarme cuando me caigo y curas mis heridas
con esos besos mudos y esos abrazos invisibles.
¿Sabes una cosa? Estos días he estado
pensando y he llegado a la conclusión de que el amor más fuerte que un ser
humano puede sentir es por su vida. Porque para amar todo lo demás, primero hay
que amarte a ti, porque tú lo eres todo. Todo. Porque sin ti no hay nada. Eres
el pilar fundamental de todas y cada una de las personas.
Por favor, Vida. Sigue siendo tan
caóticamente perfecta.
Un saludo. Atentamente, J.
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